Việt Văn Mới
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POEMA AMOR DE MADRE


Camino del patíbulo iba un hombre con las manos bien atadas,
custodiado por guardianes bien armados, que atentos vigilaban.
La frente del culpable iba abatida, abatidas las trágicas espaldas.
En sus pasos tardíos aquel hombre, infinito cansancio revelaba
y de sus ojos de tristeza llenos, dos lagrimas rodaban.

¡Es un ruin! ¡Un cobarde!
Siguiéndole la turba le gritaba:
¡Sanguinario! ¡Asesino! ¡Muera! ¡Muera!
Hombre lleno de oprobios y de infamia
¡Al cadalso! ¡Al cadalso!
Así rugiendo al reo, la muchedumbre le increpaba...
Todo era odio y horror, todo desprecio al criminal de vida depravada.
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Y cuando más vibraba la anatema y cuando más la cólera estallaba,
un grito resonó sublime, que detuvo en los labios las palabras:
¡Es mi hijo! ¡Es mi hijo! se escuchó una voz de madre.
Él es el fruto de amor de mis entrañas y aunque asesino y todo, ¡es mi hijo!

Y entre la turba que quedó asombrada, abriose paso una mujer humilde,
de faz rugosa y cabellera blanca.
Y sin ver, sin oír con arrebato, al asesino se quedó abrazada.
Y entre sollozos llenos de ternura, lo baño con sus lágrimas.

Y entre sollozos llenos de ternura se tapó la cara y dijo:
¡Por qué lo quieres Señor!
Que así taladre, el cruel destino al corazón humano.
¡Es este hombre!, !mi propio hijo! y ustedes, ¡unos desgraciados!
¡Oh Dios mío!, ¿por qué lo quieres así?
¡Si cuando un hijo muere! ¡muere con él!
el amor y la ternura, la dulzura y la bondad.

Solo hay un gran amor, amor sublime,
que detiene las borrascas, que ilumina la senda del destino:
¡Es el amor de madre, que nos salva!